Qué es el Síndrome de Asperger
El síndrome de asperger es un trastorno del desarrollo que forma parte de los denominados Trastornos del Espectro Autista o TEA y que afecta a las capacidades de relación y comportamiento social, al manejo de las emociones, y a la adaptación a nuevas situaciones, ya que poseen un pensamiento y un comportamiento inflexible.
Cómo se manifiesta el síndrome de Asperger: síntomas
Los principales síntomas o características clínicas del síndrome de Asperger son:
– Problemas en la comunicación y en las relaciones sociales.
– Interacción ingenua, sencilla, a veces inapropiada y unidireccional.
– Dificultades en la expresión y comprensión emocional. Suelen mostrar baja tolerancia a la frustración, que muchas veces expresan con agobio y ansiedad por su dificultad para comunicar sus frustraciones. También les cuesta entender las emociones de los demás, y aceptar otros puntos de vista, por lo que su capacidad de empatía se ve alterada.
– Muchas veces muestran un lenguaje pedante y repetitivo, les cuesta interpretar los códigos no verbales. Y tienen dificultades con las bromas y la ironía ya que su comprensión del mensaje suele ser literal.
– Frecuentemente muestran interés absorbente por algunos temas.
– Movimientos torpes y poco coordinados, por eso no suelen gustarles mucho los deportes a los que generalmente los niños de su clase suelen jugar.
– Tienen gran resistencia para aceptar el cambio, buscando las rutinas repetitivas y muchas veces los rituales.
La intervención en el tratamiento del autismo, así como en cualquier trastorno de la psicología infanto-juvenil tiene que llevarse a cabo a la edad más temprana posible y de forma multidisciplinar, logrando una coordinación entre padres, escuela y centro específico. En el Síndrome de Asperger tendríamos que abordar todas las dificultades anteriormente mencionadas para que el tratamiento de los síntomas del Asperger pudiese ser eficaz. Para este post, sólo me centraré en algunas pautas que podríamos trabajar en terapia para entrenar sus habilidades sociales.
Cómo entrenar las habilidades sociales en el síndrome de Asperger
– Relaciones sociales: su aprendizaje no es intuitivo. Y si el entorno es cambiante les resulta aún más complicado. Tienen dificultad para entender las claves verbales y no verbales que invitan a la interacción social (mirada, sonrisa, etc.), así como las que regulan dicha interacción: deseo de terminar la conversación, de cambiar de tema, de cambiar el turno, etc. El objetivo va a ser la enseñanza formal e informal de las habilidades sociales, intentando aprovechar las situaciones naturales. Utilizaremos siempre apoyos visuales, así como el uso de cómic o de historias sociales. En ellas, se describe el contexto de la situación, se explican las reacciones y sentimientos, y lo que se espera que diga o haga el niño.
– Regulación del lenguaje en las conversaciones: es frecuente que utilicen un discurso muy formal en contextos poco formales, que hagan comentarios desafortunados, o que hablen de temas íntimos con personas desconocidas. Nuestro objetivo será la exposición a situaciones en la que haya personas con distintos grados de familiaridad.
– Fomentar su capacidad de empatía: tienen falta de empatía y dificultad para reconocer emociones en sí mismos y en los demás, así como para aceptar otros puntos de vista. Será uno de los principales objetivos a lograr desde la psicoterapia.
– Detectar los momentos de baja estructuración: en las situaciones de tiempo libre, no suelen saber qué deben hacer. Nuestro objetivo será seleccionar juegos simples y de baja demanda motora. Enseñarle cómo preguntar a los demás si puede jugar y proporcionarle otras actividades preferidas que pueda realizar solo cuando se sienta muy estresado dentro del grupo.
– Explicar cuándo se puede hablar solo: a veces utilizan su imaginación para aislarse del entorno y poner en escena historias imaginarias en voz alta. Nuestro objetivo será ayudarle a regular el comportamiento, por ejemplo, planteándole situaciones en las que sí puede imaginar en voz alta (si estoy solo en el patio hablo en voz baja, cuando estoy solo en mi cuarto, o cuando alguien quiere oírlas); y situaciones en las que no puedo (si estoy con otros niños, cuando estamos comiendo, cuando hay gente alrededor y no les he preguntado si quieren escucharla).
Acercándonos un poco más a su realidad
Cuando son las 19.05 empiezo a escuchar algún ruido fuera de la consulta, alguien moviéndose rápido, agitado, dando algún que otro salto y enseguida me doy cuenta que mi chico ya está fuera. Llevo cinco minutos de retraso y él no lleva bien tener que esperar. Le gusta entrar a su hora y siempre lleva un reloj para que no se le escape ni un minuto. En cuanto salgo, entra rápidamente, y le noto cansado, parece que llevan hoy demasiado tiempo haciendo deberes. Le cuesta expresarme cómo se siente y no le gusta mucho sentir emociones desagradables, así que no me cuenta que ha discutido con su padre haciendo los deberes. Quiero profundizar un poco más en esto, pero él quiere contarme lo que estuvo haciendo ayer y es que ha estado creando una revista de chistes. Sí, habéis oído bien. Mi chico lleva ya tiempo trabajando y se ha atrevido no sólo a contar chistes, sino a buscarlos, seleccionarlos, intentar entenderlos, escribirlos y por supuesto, quiere contarlos. Cuando ya me ha contado unos cuantos, intento volverle a llevar a algunas situaciones que quiero que trabajemos hoy, pero le cuesta aceptar que tenemos que dejar por ahora los chistes, y que es al final de la sesión cuando me puede contar el último. Finalmente, sí me cuenta los problemas que ha tenido con un amigo suyo, porque no entiende por qué ya no juega con él como antes, y me dice tajantemente que ya no quiere saber nada de él. Mientras me lo cuenta se pone tenso y rabioso, así que practicamos un poco de relajación para poder volver a la situación cuando él pueda. Podemos llegar a entender qué ha podido pensar su amigo y por qué ha podido actuar de esa manera. Seguimos con el resto de la sesión, pero él se pone nervioso en algunos momentos porque sabe que falta poco para que terminemos y está deseando contarme el chiste.
Son sólo unos minutos de la interacción con uno de mis chicos. Sólo algunas observaciones de cómo él capta el mundo, del esfuerzo continuo que tiene que hacer para llegar a entender racionalmente lo que a otros les viene dado por la naturaleza. Si no trabajamos sus dificultades, es muy probable que sus niveles de ansiedad y de depresión puedan ser elevados al sentirse incomprendidos y “fuera de juego” en muchas situaciones sociales con las que tienen que lidiar. Si en el contexto escolar no se tienen en cuenta sus necesidades, se incrementarán los problemas de aprendizaje y con ello, el posible fracaso escolar. Tenemos que fortalecer sus habilidades, tener claro cuáles son sus puntos fuertes y potenciar su autoestima, para prevenir la aparición de otros problemas psicológicos.
Si quieres tener más información sobre el autismo infantil y en concreto sobre el Síndrome de Asperger y crees que puedes necesitar ayuda psicológica, nuestras terapeutas pueden ofrecértela en nuestro centro de Psicología Promethea.