Cuando el ataque de ansiedad llama a tu puerta
– ¡Ding Dong!
– Ah sí, te estaba esperando. Adelante.
¿Quién quisiera dejar entrar en su casa a alguien desagradable? Seguramente ninguno de vosotros levantaría la mano. Yo tampoco lo haría si se tratase de alguien con quien no tengo buen feeling. Pero en este post venimos a hablar de la ansiedad, y a ella sí la tenemos que dejar entrar cuando llame a la puerta. A ninguno de nosotros nos gusta experimentarla, pero la única manera de que no condicione nuestra vida y pierda intensidad, es permitiendo que esté.
Una vez que llama es muy complicado dejarla en el portal: mete el pie en la puerta, toca el timbre sin parar, molesta a los vecinos… no va a darse por vencida. Por lo tanto, la mejor forma de manejarla es aceptar que durante un tiempo va a ser nuestra compañera de piso.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una emoción que puede estar presente durante toda la vida. Como el resto de las emociones cumple una función: se activa frente a la percepción de una amenaza o peligro, preparándonos para enfrentarnos a ello.
Evolutivamente ha servido al ser humano para sobrevivir, preparándolo para la huida o la lucha. Su finalidad es adaptativa, generando protección frente a posibles peligros.
¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?
Los síntomas de ansiedad se expresan a nivel corporal (fisiológico), mental (cognitivo) y externo (conductual):
- Fisiológico: se manifiesta mediante las sensaciones internas que podemos notar cuando nos ponemos nerviosos (temblor, mareo, taquicardia, sensación de ahogo, asfixia, etc.)
- Cognitivo: son los pensamientos, creencias, imágenes, con contenido de peligro (creencia de perder el control o de volverse loco).
- Conductual: tendencia a huir, escapar o evitar.
Los tres componentes se dan en la ansiedad normal, no obstante, cuando se torna excesiva y frecuente puede llegar a generar ataques de ansiedad o crisis de ansiedad.
Lidiar con los síntomas de la ansiedad, y más con un ataque de ansiedad, no es tarea fácil. Lo difícil está en aceptar las sensaciones que nuestro cuerpo y mente experimenten, y estar dispuesto a tenerlas sin luchar contra ellas. Si nos negamos a abrirle la puerta, van a surgir otras reacciones indeseables: mayores niveles de ansiedad, síntomas depresivos y dificultad para relacionarnos con los demás (ansiedad social). En definitiva, le estaríamos dando a la ansiedad las riendas de nuestra vida.
Si os gustaría saber qué tipo de práctica podéis hacer para aceptar y regular vuestros síntomas de ansiedad podéis leer nuestro post sobre “Ejercicios para controlar la ansiedad“. Si además de leernos, podéis necesitar ayuda profesional, no dudéis en contactar con nosotras. Desde Promethea, Centro de Psicología en Granada, estaremos encantadas de atenderos. Además, disponemos de terapia online para las personas que, por su circunstancia personal o geográfica, lo deseen así.
Y recordad: ¡Bienvenida, ansiedad!